Las empresas multinacionales del sector bancario junto a las
telefónicas y petroleras giraron al exterior en concepto de utilidades y
dividendos más de 900 millones de dólares en el primer semestre del año, casi
la mitad de la remisión total en el período. Frente a esta situación, en un
contexto de presión sobre el mercado cambiario, el Gobierno busca que compañías
extranjeras dilaten el giro de utilidades. En el caso de las terminales
automotrices, se llegó a un acuerdo para no enviar ganancias en todo 2012. En
YPF, el Gobierno intentó frenar la distribución de dividendos, que en su
mayoría tiene como destino el exterior. A la vez, reuniones con industriales
siderúrgicos, farmacéuticos, de la alimentación, y empresarios del sector de
servicios, como supermercados y telefónicas, por ejemplo, encabezó el
secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno. La magnitud de los giros al
exterior y la intención oficial de que los sectores más concentrados
contribuyan a relajar el mercado cambiario dan cuenta del problema estructural
de la extranjerización de la economía.
La presión coyuntural sobre el tipo de cambio, producto de la
compra de dólares por parte de inversores mayoristas y minoristas y el giro de
utilidades y dividendos que incrementaron las empresas multinacionales por la
crisis en sus países de origen ha provocado que el Gobierno implementara una
variada serie de medidas. Desde el lado de la oferta, obligó a las empresas de
hidrocarburos y minerales a liquidar en el mercado local todas las divisas
generadas de la exportación, lo que permitiría que ingresen por lo menos unos
3000 millones de dólares adicionales por año.
También en el afán por incrementar los dólares en la plaza,
aumentó la presión a las exportadores de granos para que liquiden más divisas
que tienen pendientes por sus operaciones. “Moreno se reunió con más de 70
exportadores, les pidió que liquiden las exportaciones pendientes y que
repartan dividendos en pesos”, confirmó a este diario un alto dirigente de la
UIA de buena llegada con ese funcionario. Por el lado de la demanda de dólares,
el Gobierno reforzó los controles en la city sobre “coleros” e implementó el
nuevo sistema de compra de divisas.
Un factor muy importante de demanda de divisas es el giro de
utilidades que realizan las multinacionales. Según el último dato del balance
cambiario del Banco Central, en el primer semestre la remisión ascendió a casi
2000 millones de dólares, el 35 por ciento del saldo comercial en el período, y
en todo 2010 superó los 4200 millones. En el balance de pagos, donde se utiliza
el criterio “devengado” (se contabiliza la aprobación por parte de las firmas
de la remisión de utilidades y dividendos, instancia previa a la operación de
compra efectiva de los dólares), el monto de 2010 es de casi 7200 millones de
dólares y en los primeros meses del año, de casi 3500 millones. Si la política
de presión a las firmas para que posterguen la remisión tuviera un éxito
visible, la diferencia debería verificarse en el balance cambiario. Muchas
empresas aumentaron este año el flujo de divisas remitido, para mejorar los balances
de las casas matrices en Estados Unidos y Europa, epicentro de la crisis
internacional.
Los bancos giraron en los primeros seis meses del año 403
millones de dólares, el 20 por ciento del total, mientras que el año pasado su
participación fue del 9 por ciento. Ese sensible incremento se explica por la
fragilidad de las casas matrices europeas, golpeadas por la crisis. Alfredo
García, jefe de la Asesoría Económica del Banco Credicoop, explicó a este
diario que “en los últimos años las ganancias de las empresas extranjeras se
incrementó mucho, tanto por el crecimiento de la economía local como por la
suba de sus márgenes de rentabilidad. Desde 2007 tienen la presión de enviar la
mayor cantidad de utilidades posibles al exterior. Se trata de un canal por el
cual se filtra la crisis europea en la economía doméstica”. “Es un reflejo del
problema estructural del alto nivel de extranjerización de la banca a partir de
los años ’90, situación que no se ha arreglado en estos años. Durante la
convertibilidad se decía que el ingreso de los bancos extranjeros generaría
mayor eficiencia, que esas empresas tenían espaldas anchas por poseer recursos
en dólares. Con la crisis de 2001 se demostró que la banca extranjera reaccionó
igual que la nacional, que no trajo capitales del exterior para respaldar los
depósitos en dólares”, agregó García. Los bancos extranjeros más importantes
son el Santander, Banco Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA), HSBC y Citibank.
La industria química, de caucho y plástico giró un 11 por ciento
del total (221 millones), al igual que las empresas del sector de las
comunicaciones, es decir, las telefónicas, que fueron parte esencial del
proceso de privatización en los ‘90. El sector de petróleo disminuyó su
participación en las utilidades giradas respecto de 2010, aunque representó en
el primer semestre un 15 por ciento del total remitido. En 2008, esa proporción
fue de 26 por ciento, y llegó al 34 por ciento en 2009. También en este caso,
la privatización de YPF es una explicación central de ese comportamiento. En
tanto, la industria alimentaria representó el 9 por ciento. “Buena parte de la
remisión de utilidades es renta de los recursos naturales, como agro, petróleo
y minería. Existe el riesgo de que la rentabilidad extraordinaria en
determinados sectores cuya estructura está altamente extranjerizada se
transforme en un problema de restricción externa por el giro de esas ganancias
al exterior. En este contexto, la discusión por aumentar el gravamen a la renta
se mezcla con la de la remisión”, indicó a Página/12 Andrés Tavosnanska,
economista de AEDA.
La tensión en el mercado cambiario local, fenómeno que responde
a múltiples causas, provocó que el Gobierno solicitara a las empresas
transnacionales que posterguen la remisión de utilidades y dividendos. “Moreno
le pasó el peine a todo el sector”, dijo a este diario un empresario de una
cadena de comercialización. El pedido fue que suspendan la remisión por 60 días
o a veces menos, según las necesidades y urgencias de los privados. Giorgi se
reunió con las automotrices, que se comprometieron a no girar utilidades en
2011/2012, y también con empresas fabricantes de neumáticos y siderúrgicas,
según fuentes del sector privado. Un miembro de la mesa empresaria del G-6
consideró que “postergar los giros es razonable. Pero una cosa es sugerir y
otra es prohibir. Si hubiera alguna medida específica y formal no
tranquilizaría a la plaza”.
Más allá de la inquietud del empresario consultado, las
posibilidades concretas de avanzar sobre la legislación son, en el mejor de los
casos, muy acotadas. “Los tratados bilaterales de inversión (TBI) y la vigente
ley de inversiones extranjera dan total libertad en forma explícita a las
multinacionales para remitir utilidades cuando quieran, como quieran, cuanto
quieran. El Gobierno está atado de manos, por eso no puede apelar a la ley sino
actuar con una lógica de intercambio de favores. Incluso las multinacionales
podrían acudir al Ciadi”, señaló a Página/12 Andrés Asiaín, investigador del
Cemop. Argentina firmó más de 50 TBI, cantidad muy alta comparada con otros
países. “Restringen la soberanía del Estado. Es un tema que hay que analizar,
son concesiones extremas”, analizó García.
La legislación del tercer peronismo en la primera parte de la
década del ’70 establecía, en cambio, un plazo mínimo para la remisión desde
que la empresa se radicó y que el giro esté en función del desempeño. Incluso
incorporaba una cláusula que explicitaba que, en caso de problemas en el sector
externo, el Gobierno podía actuar discrecionalmente sobre la remisión.
De todas
formas, existe en la actualidad una arquitectura legal internacional en
beneficio de las multinacionales. El propio FMI impide a sus miembros poner
restricciones sobre las transacciones de la cuenta corriente, salvo en casos de
crisis. Además, las multinacionales utilizan un variado menú de herramientas
para transferir ganancias de forma opaca, como la toma de deuda ficticia con la
casa matriz o los precios de transferencia. También se han detectado casos de
sobrefacturación de importaciones y subfacturación de exportaciones, que
reducen la ganancia local y con ello el pago de impuestos, y de triangulación
con paraísos fiscales.
